miércoles, 18 de noviembre de 2009

Textos presentación muestra 31 octubre

Presentación Muestra.

Las enredaderas venimos trabajando desde hace dos años por la visibilización de los derechos de las mujeres y de otros colectivos minorizados. Pensamos que no hay una única manera de ser mujer, porque como dice Simone de Beauvoir “no se nace mujer, se llega a serlo“, y asumimos las diversidades encontrándonos y construyendo los espacios colectivos que intentan resistir y desafiar todas las opresiones y formas de explotación y dominación.

Demás está decir que creemos en la creación y el poder colectivo que surge de la fuerza y las ganas de ese encontrarnos y compartirnos. Y en este camino que elegimos, nos fuimos dando cuenta, mientras nos conocíamos, mientras nos secábamos una lágrima, o mientras salíamos a las calles con la bronca en la garganta, que hay algo que nos vincula fuertemente a la hora de hacer visibles nuestras demandas y es la inquietud de manifestarnos a través del arte. Es aquí donde entendemos la vinculación entre el arte y la política: cuando decimos que lo personal es político, estamos diciendo también que a través de nuestras miradas, de nuestros modos de expresarnos individuales y colectivos, llevamos a la escena pública aquello que se supone y que se instituye dentro del orden de lo privado.

Esto es lo que cuestionamos y es por eso que elegimos mostrar hoy, algo, un poquito, de todo eso que nos constituye como mujeres luchadoras, inquietas, inconformes y desobedientes. Y lo hacemos animándonos a crear lazos entre el arte y la política, desde la posibilidad que nos da el juego y la alegría de reconocernos en otras voces y en otros cuerpos que se saben oprimidos, pero capaces de desear y de sentir placer. Hoy nos damos el gusto de compartir con ustedes el placer que sentimos de estar juntas, nuestras pasiones…
Dahia
Palabras sentidas.
Aquí una muestra de expresiones que dejan algo, sino todo, de cada una como mujer y como mujer enredadera, donde ya no se es una sino una - todas. Somos nuevas, renacemos en esta experiencia colectiva que desde hace 2 años se niega a creer que la realidad es solo lo que hay. Llenar las miradas con luz de esperanza y confianza, es una de las sensaciones que nos sostiene y continúa. El compartir nos interpela a abrir y dejarnos entrar por otras mujeres, sus luchas, y sus pensamientos que mestizan nuestra identidad.

Somos mujeres y sentimos, queremos, deseamos, necesitamos, construimos, cuestionamos, discutimos, burlamos, soñamos, reímos, lloramos, transmitimos, defendemos, generamos, cambiamos, somos.
Nos apropiamos de nuestras vidas en un proceso que comienza desde lo privado pero que no habría llegado hasta aquí y de este modo sin lo comunitario. Hacer político y apropiarnos de nosotras es un paso que algunas decidimos llamarlo feminismo. A partir de esa fuerza que nos une, nuestras miradas se amplifican y agudizan en la lectura y comprensión de las estructuras de poder, las opresiones, las violaciones, las privaciones, las desigualdades, las injusticias y las discriminaciones de las que somos objeto. No es ponerse en lugar de víctimas sino iluminar la otra parte de aquello que parece ser de un sólo modo, del que no participamos, el que habla por nosotras, el que no quiere y no le conviene escucharnos, el que nos deja en un lugar estereotipado y se toma como medida de todas las cosas. Buscamos desnaturalizar lo que es, y romper con todo lo que nos niega del deber ser.

Mostrar y ver, decir y escuchar... hace más líquido el fluir que nos alimenta, en él transcurrimos el tiempo y los espacios. Intentar definir algo de ese mosaico de intereses y acciones es lo que nos está movilizando.
Lorena Garetto
Lecturas en movimiento.
Textos Claudia Perren
Escena 7

Querés que te diga por dónde ir. Si ya sabés lo que me gusta. Me viste retorcerme como una hoja llevada en andas por el viento cuando tu olfato caprichoso se ubicó entre mis piernas. No tuve que decir nada. No pude. Tu boca sabía dónde hallar el tesoro. Mi clítoris se desperezaba tan húmedo, salía de entre sus pliegues a identificar ese tacto sonoro. No hay tiempo para reconocer en ese olor, no hay espacio en esa muerte deseada y efímera. Quiero estar allí, eternamente lamida y agonizante.
Erizada bandera de mi condición.


Escena 8

La letra marcial, paterna, decía no tocar, eso que estaba prohibido. Una patrulla de palabras me arrestaba la emoción y mis manos locas, querían llegar allí donde no se podía. Y sabía que de eso no se hablaba. También se me había negado la palabra para nombrar a mi cuerpo virgen y frágil. Virgen, como ahora en que vuelvo a desearte entre las sábanas olorosas, porque no es cuestión de pensar sólo en mi himen para poder calificarme. Desearte por primera vez, también fue desflorarme con tu olor en la noche y el calor de tus uñas corriendo por los poros.
No mirar eso. Es incorrecto y sucio mirar lo que me llama desde la antigüedad. Un deseo mitológico, ancestral me arrastra como atada al carro del vencedor y ya no importa si mis piernas se ensucian, si mi boca se llena de pelusas verdes. No me importa violar las leyes. Sé que algo tan retorcido y sucio sólo puede hacer mal pero esto… esto sólo me hará vivir.
Escena 9

Agua!!! Me baña una lluvia irresponsable, en medio de la noche, y de una calle poco iluminada. Me lava, la mancha de una caricia abusiva, de un gesto desencajado y ahuyenta el gemido de una voz que me repugna y me persigue.

Agua salvadora. Quiero limpiar esta piel de la sal de la mirada. ¿Podrá quitar del cuerpo las marcas de esta vida? ¿Podrá blanquear la angustia de una noche sin respiro? Agua, amada, deseante. Me avanza entre los huecos de las orejas y la nariz un cauce suave, frío. Me recorre por única vez un hilo dulce que me habla, un hilo de palabras que me encantan con su música de gotas. Ríos de sonidos apagados, ríos de líquidos que entran y salen de este cuerpo que ya no pesa, que se eleva, que ya es vapor, que sólo ve desde arriba, esa calle donde está parada esa mujer sin saber adónde ir.

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