Yo me pregunto cómo pudo ser que esa nube, que se veía tan lejos, que parecía inalcanzable aunque temible, llegara tan pronto para arrasar en minutos lo que no se había llevado el tiempo.
Fue una nube azul, muy azul, de un azul tan intenso y frío que te helaba de sólo mirarla. Y te tocó ese día mirarla a la cara, sola. Soportar su aire guardado, apelmazado. No sé cómo respiraste, ni qué dijiste. Sé que estuviste ahí. Las gotas fueron golpes sobre tus ojos ingenuos. Una a una las gotas lastimaron esa carne aún resistente. ¿De qué color se puso el agua? ¿Cómo era la textura del viento? Recordámelo al oído, hermosa. Contáme con tu media lengua qué sentiste. Porque yo no estuve y quiero saber. Quiero guardar tu aliento en mi memoria, quiero unir las grietas de tu cuerpo y de a poco volver atrás los días del calendario y saber que estás ahí. Verte. Verte otra vez para decirte que viene la nube. Que te cubras.
11/12/2010
Claudia Perren.
Docente. Integrante de Enredadera.
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